Carlos Cruz-Diez, el color de la venezolanidad


Ha hecho a su obra parte de la ciudad. Quizás no todos conozcan su historia, pero reconocer un Cruz-Diez es más fácil de lo que parece. Su estilo es único y reposa en plazas, en aeropuertos, en edificios públicos y privados, y en universidades de Caracas, Venezuela y el mundo.

¿Quién no se ha detenido a ver una especie de acordeón lleno de colores (Doble Fisicromia) en Plaza Venezuela o Centro Plaza (Fisicromía Doble Faz)? ¿Quién no se ha fijado en el piso (Ambientación de color aditivo) del Aeropuerto Internacional de Maiquetía Simón Bolívar?

“Carlos Cruz-Diez está muy presente en el imaginario de los venezolanos. El simple hecho de que tenga obra en espacios urbanos lo acerca a los ciudadanos. Su obra es socializante”, comenta Edgar González, director general del Museo de la Estampa y del Diseño Carlos Cruz-Diez. 

  

Pero el artista criollo, uno de los representantes más importantes del arte cinético, pasó mucho tiempo sin sentirse así. Pensaba que nadie lo entendía, que estaba “en una sociedad de sordos, de ciegos”. 

“El color era una cosa aplicada sobre una tela y es más que eso. A base de experiencia, aventuras y fracasos logré demostrar que da muchas satisfacciones”, explica Cruz-Diez, desde París, en contacto telefónico con Últimas Noticias. 

  

Su voz es ronca. Se le escucha alegre, sin titubeos, lúcido. Habla del color, como un padre lo hace de un hijo.

“Mi idea era poner en evidencia que el color, como la vida, es una sucesión de instantes. Va apareciendo, desapareciendo, da información nueva, asombra, llena de belleza y esperanza”, agrega. 

El artista asegura que no ha hecho otra cosa sino un esfuerzo continuo para que se hagan visibles sus descubrimientos: el mundo del color es infinito. 

“El color tiene muchas posibilidades, no solamente las que yo encontré. Esto abre otro camino para investigaciones que yo no puedo ni imaginar”, dice. 

Advierte, además, que si las nuevas generaciones tocan ese punto del color, van a encontrar cosas tan maravillosas como las que él encontró. Cosas que, a sus 70 años de carrera, todavía le asombran. 

A una semana de alcanzar sus 90 años, Carlos Cruz-Diez, se confiesa un consentido y se dice contento y conmovido por el cariño que sienten por él y por su obra. 

El próximo sábado, el artista plástico arribará a su novena década de vida en lo que asegura será una fiesta.

“Los planes lo están haciendo mis hijos y nietos. En verdad, no sé lo que voy a hacer”, cuenta emocionado. 

  

“Seguramente será un parrandón con mis amigos. Porque todos mis amigos quieren celebrar conmigo. Y yo fascinado. Habrá música, tomaremos buenos vinos. Nos divertiremos”, dice. 

Entre esos amigos está Juvenal Ravelo, otro de los representantes del arte cinético en Venezuela. “Le estamos organizando una exposición en el Centro de Arte Daniel Suárez, en La Florida. Ya le envié una carta y me respondió emocionado. Es poco común hacer esto en nuestro medio, pero queremos rendirle homenaje a su trayectoria”, dice Ravelo. 

El Museo de la Estampa y del Diseño Carlos Cruz-Diez también celebrará. El sábado inaugurará muestra y en noviembre despedirá el año con un especial en el que se espera asista el maestro. 

  

Sus facetas. La investigación de Cruz-Diez ha aportado al arte una forma nueva de conocimiento del fenómeno color, ampliando, considerablemente, su universo perceptivo.

Sus aportes, sin embargo, no se limitan al arte. Cruz-Diez es un artista integral. Ha sido diseñador gráfico, ilustrador, pintor, fotógrafo y hasta cuenta con cortometrajes hechos en su juventud.

Más allá del lienzo, el papel y la película, Cruz-Diez ha hecho a su obra parte de la ciudad y sus habitantes. 

Hay unas 30 de sus piezas que se funden con Caracas. Pero sus colores también llegan al interior del país: en una plaza de Barquisimeto, en una redoma en Porlamar, en la Plaza de Toros Monumental de Valencia, e incluso en la Sala de Máquinas de la Central Hidroeléctrica Raúl Leoni, Guri, por mencionar algunas.

“Él es un artista activo, que ha desarrollado un lenguaje propio. Cuando uno se sienta a hablar con él, los 90 años parecen desaparecer”, comenta el director del Museo Cruz-Diez. 

  

El caraqueño sigue trabajando en su taller, con la premisa que en sus años mozos le enseñó su padre: el que deja de trabajar muere; así que mantiene el pensamiento en actividad, tratando de dar soluciones a sus proyectos. “Mi papá me dijo que me dedicara a las artes a tiempo completo”.

UN ARTISTA INTEGRAL

Carlos Cruz-Diez es caraqueño. Nació el 17 de agosto de 1923. Vive en París, Francia, desde hace más de 50 años. Es egresado de la Escuela de Bellas Artes de Caracas. Trabajó como diseñador gráfico, director creativo de la agencia publicitaria McCann-Erickson, e ilustrador de diarios nacionales. 

Ha dedicado su vida al estudio del color y cuenta con ocho investigaciones en materia. Es presidente de la Fundación del Museo de la Estampa y del Diseño Carlos Cruz-Diez (Caracas) y miembro de la Orden de Andrés Bello (OAB). Hace ocho años, su familia creó la Cruz-Diez Foundation. Actualmente, cuenta con seis individuales en exposición en distintas ciudades del mundo. Una de ellas se aparta del color: “Cruz-Diez en Blanco y Negro”, que devela una nueva faceta del maestro del color en el arte cinético, en la Fundación BBVA de La Castellana.

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